jueves, julio 21

Sucedió un día

El día en que murió, nadie se dio cuenta. Salió de su casa como todos los días camino al trabajo, tomó la locomoción a la misma hora de siempre y llegó temprano a sentarse en su escritorio.
A la hora de colación se dirigió al lugar habitual, pero en el trayecto se detuvo. Se sentó en la escalera de un edificio y ahí se quedó, cabizbajo, mirando al suelo... Sólo estaba cansado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

esquizofrenia? eres la misma de vitrina? me gustaría... mejor no.

ángel dijo...

La brevedad de tus cuentos es doblemente agradecible. Me han gustado y he disfrutado pasear por tu blog literario.