Estas sentada en la caleta, observando el resto de los botes haciéndose a la mar. Algunos más intrépidos que otros, ya comienzan a perderse en el horizonte, tocando el cielo y el agua al mismo tiempo. Otros, entre el oleaje han sufrido algunos percances, pequeños y superables, se preparan nuevamente para el avance.
¿Y tú? Tú sentada, mirando tablas, intetando descifrar cómo unirlas para construir tu balsa. Estás atrasada y confundida, aunque ha ratos sonríes... eso de sentirte a la deriva sin siquiera tener los pies en el agua te resulta cómico. Tu bote se hunde sin haber sido aún construido.
No sabes cómo ni por dónde comenzar. Sientes miedo de errar y nunca alcanzar a los demás. Tuviste suerte, mucha, mas no te diste cuenta cuándo la perdiste. La cosa es que estás sola en esto, sola, sin ayuda y sin la más mínima idea de qué hacer.
La ironía hace que sonrías una vez más: quisieras ser un vegetal, un vegetal marino, un alga para poder estar ya dentro del mar; pero, claro, estarías abajo en lo profundo, más hundida de lo que ya estás. Y así te encuentras, quieriendo mojarte pero sin tocar el mar.
martes, noviembre 15
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1 comentario:
Estar a la deriva es una sensacion terrible. Tal vez la solucion sea nunca alcanzar a los demas, tomar un camino distinto y encontrar asi el rumbo.
Saludos "A-la-deriva" Parchesianos.
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