jueves, noviembre 23

Ángel

Ángel,
plegaste tus alas
y extendiste tus brazos,
dejando tu pecho descubierto,
desnudo,
desprotegido,
vulnerable.

Ángel,
me avalancé sobre ti
empuñando con fuerza
la afilada daga.
Desbocada,
enceguecida,
llena de ira .

...

Ángel,
mis manos yacen ya
cubiertas de sangre,
la daga cae.
Hilos carmesí
zurcen ahora la tierra,
costuras impenetrables
de vida hacia la muerte.

Ángel,
tu rostro pálido
y tus alas plegadas
no registran rastros de lucha.
Tus brazos siguen extendidos,
soy yo la que cae,
herida,
adolorida,
con el alma hecha trizas.

miércoles, noviembre 22

¿Puedo?

¿Puedo verte una vez más, antes de que pases caminando con la vista fija hacia una vida en la que no tengo cabida?
¿Puedo escucharte por última vez, antes de que tu eco se desvanezca y en mis horas sólo reste el silencio?
¿Puedo pronunciar tu nombre para que con los minutos el olvido no se lleve de mi memoria tu recuerdo?
No me dejes sola. La cama ya está fría y mi piel se eriza. En la almohada mi cabeza no tiene ya ni un minuto de sosiego, las sábanas se humedecen con el ir y venir de mis lágrimas, que caen una a una a medida que yo sólo pregunto al aire si tan sólo puedo.

Robando versos a Benedetti

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ni ahora ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesdos como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo
(No Te Salves)

sábado, noviembre 11

Luto

Hoy cuelgo cintas negras en mi pecho, algo en mí ha muerto y preparo su funeral.
Lloro y guardo las lágrimas en copas de vidrio opaco, las guardo para beberlas después, para que el dolor sea tan inmenso que mi mente haga todo lo posible por olvidarlo pronto. Mejor que duela rápida y súbitamente, para que sea corto.
Hoy llevo mi luto hacia dentro, para que nadie lo vea, para que nadie pregunte. Por eso sólo colgaré cintas negras en mi pecho, sonriendo mecánicamente, mientras preparo el funeral.

miércoles, noviembre 1

Serie Lagartijas (5)

Lagartijas negras, por cenicientos senderos, quien las mira no es más que un cuervo. Aguzados ojos esperan ver más que al cielo bebiendo del mar y al mar pisando la tierra.
Lagartijas negras, quisieran ser rojas, marcas del alma en límpidos caminos; marcas de sangre, marcas del ser. Esperan expresar más que pálidas frases y quemar el aire con sus infinitos destellos.