viernes, abril 21

La Loca Cousiño IV

Mentes convexas arrancan de la realidad, prevalecen ante la razón y se ocultan tras de sí. Algunos seres ilusos reducen sus vidas a sus propios mundos, cerrados en sus cóncavas cunas de sueños. Otros desvarían y se confunden, abandonan sus lunas hechas de queso y pierden la razón de su propia locura.


- “Inés, soy Inés. Soy Blanche, soy quien el espejo desea en que me transforme”

- “Soy Carlos. Mi ángel ya no es ángel si puedo alcanzarlo”

- “Soy Inés. Soy espiga, soy trigo. Represento vida en el escenario de los campos”

-“Carlos, soy Carlos. Y los ángeles no son tales si es que no están en los cielos, bajo ellos se vuelven terrenales y el alma animal del hombre puede hacerles daño”.


El invierno se ha apoderado de Santiago y expande sus grises brazos sobre la casa de “la loca Cousiño”.
Frágil, delicada de salud, ella se mueve por las habitaciones algo cansada. El tocador parece no querer ser su cómplice desde que la sombra amiga de la palmera desapareció. Todo está distinto, el brillo de sus ojos ha desaparecido. Por primera vez en su vida experimenta la desolación. El médico dice que tiene un resfrío severo que merece cuidado, reposo que ella no se esmera en guardar. Tiene cosas que hacer, no hay tiempo que perder. Sus interpretaciones frente al espejo han desmejorado y debe esforzarse más.
Se sienta frente al tocador y pellizca sus mejillas para que su amigo, don Emilio Lavaud, no la encuentre tan pálida al llegar a visitarla.
Tocan a la puerta con fuerza. “Puños jóvenes “- piensa. Resuenan los golpes con insistencia.
- “¡Pero, don Emilio, ya voy!
Se apresura en bajar las escaleras, lo que su cuerpo le permite. Parece que su amigo se aburre de esperar. Pellizca una vez más sus mejillas y abre.

La puerta está abierta. Don Emilio se extraña de la imprudencia de doña Inés. Entra, llamando a su loca amiga por el nombre. Podría ser una broma, a veces juega como niña a esconderse. Entonces la encuentra, finalmente la encuentra, colgada de lo alto de la escalera. Abajo en el piso una nota reza:

- “Soy Carlos, he venido a salvarte, mi ángel, de este inmundo mundo. Perteneces a las alturas, allá debes estar. Los ángeles no lo son si es que no están en el cielo. Te amo.”


-Fin-

2 comentarios:

Parche dijo...

Gua.
Me dejaste pa' adentro Mamba. no esperaba un desenlace de tal magnitud.
Es una pregunta idiota, pero tengo que hacerla: Estos textos son tuyos, no?.
Tal vez deberias pensar en volver mas seguido a este oscuro y romantico Refugio Paralelo.
Me gusto harto. Sigo visitandote a menudo Mamba. Felicitaciones.
Saludos Parchesianos.

Black Mamba dijo...

Pues claro que los textos son míos, don Parche. El cuento de la "Loca Cousiño" lo escribí hace algún tiempo eso sí, lo reencontré hace poco y decidí postearlo. Gracias por sus comentarios, son siempre bien recibidos